En los últimos estudios publicados sobre el fósforo y su consumo, se ha descubierto que este mineral favorece el envejecimiento y aumenta el riesgo de mortalidad por causas cardiovasculares. Mientras que las necesidades de fósforo normales están alrededor de 900 mg, se ha observado que un adulto occidental consume hasta 3 g, lo que significa 3 veces más de lo recomendado.
¿Dónde encontramos fósforo?. De forma natural en la carne, el queso o la leche. Pero el peligro añadido es cuando es añadido como aditivo a los alimentos procesados, ya de por sí dañinos cuando su consumo es habitual y excesivo. Estos alimentos no tienen especificada la cantidad de fósforo, por lo que desconocemos al comprarlos, cuánto ingerimos.
¿Cómo podemos controlar las cantidades de fósforo que tomamos?. Pues deberemos limitar el consumo de alimentos procesados y evitar abusar de las bebidas enlatadas, ya sean lights o normales. En su lugar, trataremos de consumir alimentos frescos y comidas caseras. Y deberemos elegir entre los alimentos que vamos a tomar: mejor el queso fresco que el curado, elegiremos los garbanzos frente a las lentejas y mejor comer las judías verdes que las pintas.
Comer sano y comer con cabeza. A veces todo se resume a estas dos cosas.
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